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Por lo visto, lo único cierto es que nuestro objetivo prioritario en la vida es nuestra propia felicidad, y quizás por eso no aferramos al presente idealizando el amor en su sentido más romántico, porque sólo somos plenamente felices cuando gozamos intensamente cada minuto de nuestra vida. En consecuencia, cada vez soportamos menos la monotonía, la rutina, el compromiso, las responsabilidades, el sufrimiento, la decepción o el fracaso. Nadie niega ni quiere renunciar a la estabilidad y al amparo emocional y económico que nos ofrece la familia tradicional. En el fondo, parece que lo único que ha cambiado es nuestro concepto de la felicidad.
Mejor solos que mal acompañados
Manuel Valls
Ático Ediciones